A punto de cumplirse un año de que Braulio asesinó a sus dos hermanas menores

EDOMEX (06 OCTUBRE 2021). – Erika Janeth, era muy joven cuando se unió con Rubén, y aunque ya había tenido una niña, tiempo después quedó embarazada de su primer bebé con Rubén, al que cuidó desde su concepción y durante prácticamente todo el embarazo en el que tuvo amenazas de aborto.

El nació el 12 de noviembre de 2003, Erika le puso de nombre Braulio y recuerda que era un niño muy hiperactivo, desde muy pequeño era desafiante, siempre consentido por su papá, pero también maltratado por el mismo.

Sus dos hijos fueron testigos varias veces de los maltratos que Rubén le propinaba a Erika, la madre siempre trataba de que el niño olvidara esas situaciones para que no se pusiera triste.

Los años pasaron y el 28 de febrero de 2008, Erika ya empezaba a considerar la posibilidad de separarse de el padre de sus hijos, sin embargo, llegó la tercer bebé.

Diana nació el 09 de junio de 2013, y aunque el matrimonio no iba bien, para Erika no importaba ella llenaba su vida ahora con sus tres hijos, y ella estaba plena.

Al cumplir Diana un año, Erika decide separarse del padre de sus hijos, «lo hice por mis hijos, por mis niñas, porque él siempre las hacía menos, todo era para Braulio, sin embargo, me llevé a todos mis hijos cuando me separé». Se fue a vivir a Tecámac, Estado de México.

A los doce años, Braulio decidió vivir con su papá, era muy negligente, hasta grosero por lo que decidieron que sí; que sé fuera con su papá.

Erika se dedicó a trabajar para sus hijas, con mucho esfuerzo empezó a sacarlas adelante, trabajando horas extras, participando en tandas para poder cubrir los gastos de renta, alimento, escuela pues el padre no ayudaba, de vez en cuando mandaba 300 o 500 pesos, pero no daba una pensión que ayudará a aminorar la carga en Erika.

Braulio iba y venía, llegaba llorando «me decía que su papá lo maltrataba, que lo llevaba a trabajar, porque él decidió ya no ir a la escuela, que tenía sus manos maltratadas, cuando venía siempre se me perdía dinero, mis hijas muchas veces lloraban porque decían que Braulio solo iba a robarnos el dinero de la despensa, pero era mi hijo, ni modo de cerrarle la puerta» explica.

Así pasaba el tiempo, de repente Braulio pasaba largos periodos sin buscar a Erika, y en junio de 2019 se volvió a acercar. En ese momento, la mujer tenía ya desde unos años atrás una nueva pareja, con quién tuvo a un bebé: Diego, de casi tres años.

En aquella ocasión, el joven llegó una vez más llorando, diciendo que su papá era malo con él, en ese momento, Erika vivía con su pareja y sus hijos, todo estaba bien, yo trabajaba como encargada de un restaurant. Fue el 01 de junio de 2020, Braulio se quedo con las niñas y Dieguito el pequeño de casi tres años.

Horas más tarde acudió al trabajo de su mamá para hacerle saber que el pequeño no se movía, ella salió corriendo rumbo a casa, para encontrarse con que el bebé ya no respiraba, Braulio le hizo saber que ya había llamado a una ambulancia y a una patrulla, Yiyari estaba en shock no podía hablar, Diana jugaba en la tarja de la cocina.

Desesperada Erika busco a su hermana, sus vecinas, quienes llamaron a las autoridades y ahí supieron que nadie había pedido auxilio. Braulio estuvo en calidad de sospechoso, y aunque tomaron su declaración, determinaron que el pequeño «murió por muerte de cuna».

Días más tarde una de las niñas le dijo que Braulio había metido al bebé al cuarto y lo había tapado con una cobija: «lo durmió a fuerzas».

Braulio nuevamente se fue con su papá, la nueva pareja de Erika, decidió alejarse para evitar problemas con ella, ya que siempre desconfió de Braulio.

Aún con los antecedentes de robo, y de lo que había pasado con el bebé, Braulio llegó una vez más a casa de Erika, pero ahora con una muchachita, que dijo era su novia, pero no le pareció correcto por lo que habló con la menor y se puso en contacto con la familia de la niña para notificarles que ella estaba en su casa.

Al siguiente día ellos ya no estaban pues el joven se la había llevado a Puebla, que pretendía explotarla sexualmente, y no era la primera vez.

Nuevamente, Braulio fue detenido por las autoridades, quienes ya lo iban a imputar por trata de personas, pero el padre del menor, rogó a las autoridades para que lo dejaran bajo su cargo, firmando documentos donde él se hacía responsable de su hijo y de sus actos partir de ese momento.

Pasaron los meses y en noviembre de 2020, nuevamente se presentó en casa de Erika, en Tecámac, llorando, suplicando, diciendo que le ayudará porque su padre lo maltrataba.

Erika platicó con las niñas Yiyari y Diana, y ellas le dijeron que le diera otra oportunidad «que ellas deseaban pasar una Navidad con su hermano», por lo que nuevamente se quedó en casa.

Aunque la madre pagaba por cuidar a sus hijas, las niñas le dijeron que no se preocupara, que ellas se quedaban en casa con su hermano, porque además tenían sus clases en línea.

El 29 de noviembre de 2020, Erika se preparaba para la jornada de trabajo y a las trece horas con cuarenta minutos del día Erika se despidió de las niñas y de Braulio, quien con un dejó de fastidio le dijo ¡si, ya adiós!, ¡vete!.

Durante su jornada laboral intentó comunicarse con sus hijos, sin éxito, por lo que a la hora de sus salida a las 12:40 se apresuró para llegar con ellos: «Mis patrones nos llevaban a todos a nuestras casas, yo era la primera, llegué casi a las 12:50. Al abrir la puerta no lo vi, siempre me esperaba despierto, al entrar al cuarto donde dormía con mis hijas, lo vi como estaba ahorcando a mi hija, grite y entonces él se me vino encima, e intentó asesinarme, me pico dos veces en las costillas, cinco en la cabeza, y al final luego de forcejear con él más de hora y media, me golpeó con la cacha de una pistola, perdí el conocimiento más de nueve horas».

Braulio ya había huido cuando Erika despertó y fue detenido el 03 de diciembre del mismo año, fue sentenciado el pasado 28 de septiembre de 2021. La sentencia por ser menor de edad al cometer los feminicidios y el intento de feminicidio de su madre, cinco años.

Dos pequeñas que tenían la vida por delante, Yiyari quería estudiar Biología Marina o Veterinaria, Diana, iba ser enfermera. Ya no, su asesino decidió que no, estaba tan lleno de rencor que cuando intentó asesinar a Erika, le gritó todo tipo de insultos, le dijo que sí, que él había matado a Dieguito, que en este país era muy fácil matar a un niño y que nada pasará, y que razón tiene.

Erika ni siquiera puede observar las fotos de sus hijas por lo que escribe cartas para sus hijos y asegura:  «si narró esto, es porque no quiero que ninguna madre, pase por el infierno, que ninguna niña vuelva a sufrir como mis niñas, no para que me pobreteen, ni para que me tengan lástima».

Texto: Frida Guerrera / Comunicadora Activista